jueves, 25 de febrero de 2010

SIN TITULO, SIN IMAGEN

Un año mas, tanto me gustaria enlazar sus huesudas manos con mis manos. Hay algo en sus delgados dedos, en sus carnosos labios. Como acoplar al sujetarla por la cintura. Rompimos todas las promesas, nos traicionamos. Es cruel regresar a la orilla. Desde esta tormentosa parafernalia intentar prometer de nuevo algo, ya no hay credibilidad, cercania, lagos, nada.

Como, contra tantos majestuosos paisajes y esculturas griegas, que sin hablar, que sin prometer perduran sobre sus pedestales. Desde este reloj uniforme que me incita a escarbar hago mi acto de presencia. Yo que deje de ser como si viajando al pasado despertase en un dia perdido.

2 comentarios:

  1. no hay mayor traicion que la renuncia.. y si nos traicionamos.. pero cuando hay regresos entonces debe haber una puerta, una hendija, una ventana, cuando llame a ella simplemente encontre una pared... adios Dali..

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